jueves, 27 de noviembre de 2014

Nuevo ritmo, nuevo mundo



En primer lugar, quiero disculparme por no haber publicado el jueves pasado y no haber dado pistas de lo que pasaba por mi cabeza. Lleva días rondándome una apatía bastante grande y he llegado a la conclusión de que debo reiniciar la novela, darme un mes para trabajarla y, después de ese mes, publicar semanalmente algún capítulo. El motivo es un giro en el argumento y sobretodo un cambio de forma, se me ha hecho evidente que ese estilo de diarios personales me ha quedado grande. Voy a trabajar de nuevo, con más humildad y trabajo firme, consciente de que no hay plazos acechándome a la vuelta de la esquina.

En segundo lugar, voy a ir publicando otras cosas en el blog, desde artículos variados a poemas o cuentos, a fin de amenizar la espera de la novela a los que seguíais la novela.

Gracias por la comprensión.

“Borra a menudo, si quieres escribir algo digno de ser leído.”
Anónimo

martes, 4 de noviembre de 2014

El arte de recordar mi amnesia (III)



III

En días como hoy, uno se queda quieto, distraído mirando cualquier cosa: un objeto, una luz. En días como hoy, uno no sabe si dividirse o multiplicarse, si agrietarse en un llanto sonoro o cubriste de hormigón los párpados. En días como hoy, toman sentido las palabras que nunca dije, las esperanzas que nunca perdí. En días como hoy, se me ocurre la manera de explicarte lo que ocurrió...y, en días como hoy, es bien sencillo...

Me pediste que te olvidara y me puse a ello; he olvidado muchas veces y sé cómo hacerlo. Es coger una pequeña piedra en tu cabeza, apretarla fuerte hasta convertirla en un polvo extraño, que se te mete en el lagrimal y te deja mil noches en vela. Tras ese suplicio llega el ansiado silencio. 

Pero esta vez me sorprendí intentando mover una montaña, tu amor fue algo tan evidente y natural que echó raíces, que creó cimientos que llegaban a una profundidad que a día de hoy aún no comprendo.

A partir de aquí la cosa es evidente: intentando mover tu recuerdo acabé por moverme a mí, como cuando empujas una pared y el que acaba retrocediendo a tu propia fuerza eres tú mismo. 

He cambiado, soy otro. 

Me he sentado en un saliente de tu recuerdo a odiar a un hombre que ya no existe.